Innovar en educación

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El concepto de innovar educativamente es muy distinto del de mejora, cambio o reforma. Innovar implica la minuciosa planificación de un cambio o alteración con la presencia de nuevos elementos que conllevan a una mejora en el aula y por ende en el sistema educativo.

Estos nuevos elementos no tienen por qué ser tecnológicos.  La expansión en el aula de las TIC constituye un apoyo docente muy valioso dónde puedan estar disponibles. Constituye uno de los retos clave de la educación española: la competencia digital, que rezan los currículos. Lo novedoso de la innovación  subyace en las técnicas y recursos que permiten la adaptación al entorno o a la situación a afrontar más allá de la tecnología.  

Los docentes enfrontamos situaciones múltiples y singulares dónde se debe adoptar el principio clásico de “hacer de la necesidad una virtud”. Si el equipo docente es observador, creativo y resolutivo, puede ser capaz, sin TIC o con ellas, de innovar en un entorno que lo requiere. La imposibilidad de disponer de una wifi o de incluso electricidad  en situaciones extremas de pobreza, no son obstáculos definitivos para un equipo educador genuinamente innovador que es capaz de saltar esos escollos y adaptarse al entorno para dar una respuesta educativa. ¿Cómo si no se explican proyectos educativos como el de Bridge International Academies en Kenya o el Talking Book Program en Ghana?

“Innovar es no rendirse, no estancarse” a pesar de las circunstancias y adversidades (Ingrid Mosquera. 2019). Innovar es reflexionar sobre la situación y convertir esa situación en una posibilidad de aprendizaje que comporte una mejora y un procedimiento inédito.

Puede existir una predisposición a ser innovador, como puede haberla para otras actitudes, pero la innovación nace de una necesidad de dar respuesta a una situación particular donde los métodos de antaño no son válidos en la mayoría de casos porque la coyuntura ha cambiado. Por tanto, el docente se convierte en innovador a base de ejercer la docencia y afrontar los retos de las aulas y el entorno educativo. Es un proceso de aprendizaje perenne.

En este sentido, conviene también remarcar el carácter disruptivo de la verdadera innovación, por que surge como respuesta a una necesidad, menester o exigencia, no al capricho o veleidad del profesional docente.

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